Ultra Tenerife Bluetrail - por Migue

Por Migue

Buenas tardes. Como habréis podido comprobar, no soy muy dado a escribir sobre las carreras que hago, pero en esta ocasión, creo que lo merece.

Todo empezó hace un año, aproximadamente, cuando aprovechamos la oferta y pillamos la inscripción a un precio poco habitual para una Ultra, motivados por superar otro reto y la moral por las nubes tras haber conseguido sobrevivir a los 10000 del Soplao, el Infierno Cántabro. Poco a poco, a medida que se acerca el día, empiezas a mirar tracks, tiempos de paso, desniveles... y entonces, te das cuenta de que no vas a una carrera popular. Generalmente, esto ocurre cuando ya no hay marcha atrás. Has entrenado lo que has entrenado, un buen tramo de la carrera discurre por encima de los 2000 metros y nosotros entrenando en nuestro cerro de Santa Brígida, con 119 msnm. Pa comernos...

Toda carrera no deja de ser una experiencia única e individual. Cada uno sentimos algo diferente y, cuando tú vas de puta madre, tu compañero va pasando un mal momento o al revés. Casi 100 kilómetros dan para mucho.

Justo antes de ir, repasando mi "curriculum deportivo", me doy cuenta de que mi experiencia en Ultras se limita a Ronda, Sierra Norte, Bosques del Sur y El Soplao, con lo que empiezo a buscar en estas carreras circunstancias similares a las que nos vamos a enfrentar, porque los tiempos de corte nos parecían demasiado justos. Ahí hallé algo de consuelo y un poco más de confianza. Ya la única duda que me quedaba eran los 10 kilómetros de ascenso al Teide, desde los 2000 a los 3550 y cinco horas y cuarto para completarlo...sospechoso...

Tenerife3

Tras un par de días de asueto, y antes de que pudiéramos darnos cuenta, estábamos en la Playa de las Vistas, lugar elegido por la organización para la salida. La primera parte de la prueba cruza los Cristianos y te lleva hasta un barranco, que no es más que un cauce seco, con su arena, sus piedras...Luego algo de asfalto hasta Arona y desde allí hasta Ifonche algo de camino y un desfiladero bonito, pero duro, saltando de piedra en piedra, porque alguien había vallado el camino. Hasta aquí, Andrés y Luis por delante, Fabiolatambién, Raúl, Joaquín, Felipe y yo y un poco más atrás, Luismi, reservando, ya que el entrenamiento que había hecho estaba muy condicionado a la situación de su rodilla. Todo más o menos bien, aunque a Joaquín se le ve mala cara. Mucha humedad, pero la temperatura es buena. Nada de frío. Desde aquí, nos dirigimos a Vilaflor, el pueblo más alto de España (dicen). Siempre en constante subida, cuando nos damos cuenta, Joaquín está pasándolo mal con el estómago. Algo no va bien y paramos un par de veces e intenta vomitar, pero no termina de largar. Antes de llegar al punto de avituallamiento, alcanzamos a Fabiola, que también va con malas sensaciones. Mientras que sí y que no, que si ibuprofeno, que si pitos que si flautas, decidimos salir porque si te quedas parado te enfrías. Nos despedimos de Fabiola y de Luismi, que estaba tiritando y continuamos hasta el Parador Nacional. En el camino, primero una zona forestal en la que nos adelantan todos los máquinas del Trail y luego una pista muy parecida a un cortafuegos, delimitada por piedras a modo de linde del camino, que era gravilla y que no ofrecía la mejor tracción. Aquí Joaquín se muestra recuperado, pero Raúl pasa algún momento de dificultad. Al llegar al desvío que nos separaba de los del Trail, iniciamos la bajada hasta las Cañadas del Teide. Ahí nos alcanza Joaquín, y una vez llegamos la pista, aflojamos para que Raúl se reincorpore al grupo.

Ya en el Parador, intentamos no entretenernos demasiado y aligeramos en la medida de lo posible nuestra carga, porque viene el tramo más duro de la carrera. Salimos 15 minutos antes de que cortaran en este punto. No sabemos cómo vamos a reaccionar a la altitud y el calor empieza a dejarse notar. Son las 9:30 de la mañana. Es el primer momento en el que dudo de si vamos a poder terminar. Empezamos el ascenso por las coladas de lava. Pura roca, donde el camino vuelven a marcarlo con piedras que lo delimitan y un cartelito verde que te indica el número de camino. Raúl empieza a quedarse un poco, esta vez en compañía de Felipe. Joaquín y yo vamos avanzando, con más pena que gloria, pero sin darnos casi cuenta, les sacamos cierta ventaja a Raúl y Felipe. No sé determinar en qué momento, Joaquín me convence para que siga. Tengo mis dudas. No suelo dejar a la gente con la que empiezo la carrera, pero tras pensarlo un rato, decido seguir. Este tramo, que no era largo en distancia, si lo era en el tiempo que se tardaba en hacerlo, y, en principio, no había agua hasta la Rambleta.

Aquí la organización acertó habilitando un avituallamiento de agua...bajaron garrafas fresquitas con el helicóptero y las dejaron a la sombra de

unas piedras, porque los árboles hace mucho que dejaron de verse. Ahí volví a hacer una parada larga y esperé a Joaquín, que me confirmó que se retiraba. Le ayudé a llenar los botes y lo dejé sentado a la sombra. A partir de este punto, piedras, piedras y más piedras de lava que eran verdaderas lijas, todo cuesta arriba, con los bastones que no servían para nada y una calor realmente curiosa. Toda esta parte, no perdía de vista el pulsómetro. En cuanto me aproximaba a las 130 ppm, me paraba en seco a respirar y no continuaba hasta que volvían a bajar de 110. Así, a tirones, fui subiendo hasta que, a lo lejos, divisé una camiseta del club (con razón Jorge no se la pone para que no lo vigilen sus rivales...jajaja). Me llevé una gran sorpresa al descubrir que eran Andrés, que iba muy mal. (Si yo llegué a cogerlo es que va muy mal, está claro). Formamos tándem y finalmente llegamos a alcanzar el punto más alto. 4:22 de subida. Más de una hora de margen.

Empezamos la bajada...Guiris, piedras y grava...sus muelas. Bastón roto al primer amago de caída, culazo en el segundo y desde este momento, una vez alcanzamos a Luis Solano, precaución máxima. Bajada eterna, hasta Montaña Blanca y la zona de los Huevos del Teide y luego...el Serengueti, pero sin leones.

Calufa extrema en un secarral al que me lancé en plancha tras ponerme el dedo gordo morado con una piedra (que me volvía hostiar, vamos...) y durante el cual, pudimos acordarnos de la organización unas cuantas de veces. Si la climatología cambia, hay que tener previsto el incorporar puntos de agua. Estos 16 kilómetros sin agua fueron de lo peor de la carrera. Desde el kilómetro 74, Piedra de los Pastores, hasta el 81, en la base del Asomadero, zonas realmente bonitas, que en algunos momentos recuerdan a Aracena, casi siempre bajando y adelantando a algunos corredores, que nos habían pasado en el secarral.

El Asomadero...uffff...con razón nos decía el tipo de abajo que nos lo tomáramos con tranquilidad...escalones y más escalones hasta alcanzar la cima, acompañados desde la mitad de la subida por Sergio, un tinerfeño que nos iba sirviendo de guía y dirigir nuestros pasos hasta la meta, como siempre, camino interminable con subidas y bajadas que sólo sirven para desesperarnos. Ya anocheciendo, nos adentramos en el Puerto de la Cruz, cruzando por la zona peatonal, donde la gente no para de animar, y tras llegar a un acuerdo de no agresión con Sergio y sus compañeros, a los que habíamos alcanzado tres kilómetros antes, los dejamos entrar en meta por delante nuestra. Allí estaban para recibirnos nuestros compañeros, Montse, Rosi, Olga, Fabiola, Luismi, German, David, Joaquín, Raúl y Felipe. Gracias.

En resumen, carrera más dura de lo que aparentan los vídeos, complicada de gestionar con zapatillas minimalistas (lo que peor llevaba eran las plantas de los pies) por la cantidad de piedras. Eso sí, paisajes impresionantes y unos días inolvidables con los compañer@s. Imprencindibles bastones, si os decidís a hacerla y crema solar. Alojamiento en meta, mejor que en la salida.

En el debe me queda el aprender a mentir o permanecer callado. No todo el mundo ve las cosas como yo y parece ser que, tras la armadura de dureza que exhibimos, puede esconderse la fragilidad del diamante.

Que nadie os diga nunca que carrera podéis hacer. Elegid vuestro camino. Tenemos derecho a equivocarnos.

Nos vemos en los caminos

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